Nancy Dufrechou: «Nací para ser maestra»

La docente Nancy Dufrechou, de reconocida trayectoria en la ciudad, fue entrevistada por el equipo de ¡Hola Mañana! de Radio Alta Gracia FM 103.9, enumeró los espacios educativos donde trabajó y contó varias anécdotas con sus alumnos y colegas.

Dufrechou fue parte del grupo de trabajo de las primeras docentes que fundaron la escuela San Vicente de Paul de barrio Córdoba, también quien abrió el Jardín de Infantes en el Instituto Anglo Americano. Fue docente en el Presidente Irigoyen de barrio Villa Oviedo y maestra y directora en el Manuel Solares. Sus últimos años como profesional, enseñó además en la primaria para adultos de la localidad vecina de Villa del Prado. En otro orden, fue Directora de Cultura y Turismo en el gobierno de Julio Barrientos.

La maestra reveló que se recibió entre sus 16 y 17 años y comenzó a trabajar en 1959, cuando cumplió los 18. «Me llamó Ema Ceballos, que trabajaba en la Santiago de Liniers, ya que quería abrir una escuela en barrio Córdoba, frente a la Iglesia Buen Pastor. Nos convocó a Marta Scorcelli y a mí. Trabajamos a donhorem hasta que se hizo cargo el Ingeniero Constantini, quien nos empezó a pagar. Allí me conocieron las hermanas Vicentinas y le comentaron a la familia Goya como trabajaba con los niños. Además estaba estudiando psicopedagogía. Entonces me contrataron para enseñarle a un sobrinito con discapacidad de Mery Goya, ahí empecé a trabajar como maestra particular. En esa institución, trabajábamos mucho con la comunidad, recuerdo a la señora Cobo, que hacía el mate cocido todos los días para los chicos».

Tras esta experiencia, le proponen abrir el nivel inicial en el Anglo Americano.

Entre las anécdotas con sus alumnos, contó que un día saliendo del jardín (Instituto Anglo Americano), llevaba a sus alumnos de la mano «en trencito» y la primera de la fila era la hoy locutora Gabriela Monqaut -quien era «un torbellino«, según sus dichos- y sin querer la niña tropezó con el cantero, se golpeó la cara y se rompió dos dientes. «Una anécdota traumática para las dos» relató.

Recordó que como directora, estaba mucho tiempo en las aulas, junto a los alumnos. «En los recreos me iba al patio a jugar a la Payana con los chicos. Hice esa tarea porque sentía vocación, nací maestra y jugaba a ser maestra. Para mí era una fiesta ir a la escuela. El día que cumplía con todos mis objetivos, me sentía plena. Hay que tener una dosis muy grande de generosidad…saber que uno es feliz dando, porque del otro lado hay alguien que merece recibir lo mejor».

Tras 25 años de maestra jardinera, se pasó al ámbito provincial, a la Escuela Presidente Irigoyen de Villa Oviedo, ya que quería ser directora. «Fue un cambio muy grande, los alumnos tenían muchas necesidades de hábitos. El primer día los hice ir al baño, pedí jabón, les enseñé a la lavarse las manos y les digo que ´se tienen que lavar todos los días para no ensuciar el cuaderno. Mañana cuando lleguen y se sienten en el pupitre…´ y me interrumpe un alumno del fondo…no se dice pupitre, se dice upit…» (risas).

Sobre su actualidad, Dufrechú narró risueña que su nieto «me padece como maestra…porque él se limita al texto que le da la seño y yo siempre trato de enseñarle más». «Yo no me quería jubilar…pero ya estaba un poco pesada. Tenía 45 años de aportes y luego seguí enseñando. Fui muy feliz también cuando ya siendo directora del Manuel Solares y ya casi por jubilarme, fui a enseñar a Villa del Prado a los adultos mayores» agregó. «No vuelvo a las entidades educativas donde trabajé porque me hace mal».

Finalmente, como consejo para las maestras de hoy, dijo: «Siempre estuve aprendiendo, hasta mis últimos años y eso le recomiendo a las docentes de hoy, que siempre se actualicen».

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